Noticia ampliada
Los datos publicados hoy por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, en relación con el volumen del comercio exterior de España en marzo 2020, no sorprenden y se sitúan, lamentablemente en línea de lo esperado. La brutal caída interanual del 16,6% en las importaciones y del 16,9% en las exportaciones refleja el impacto del necesario apagón económico tras el establecimiento el estado de alarma en España y la situación similar en nuestros principales socios europeos (Francia, Reino Unido, Alemania e Italia). Hay que destacar también que España registro caídas en sus exportaciones a un ritmo mucho mayor que ellos, de forma que tanto la Eurozona como la Unión Europea decrecieron 6 puntos porcentuales menos.
Viendo los sectores exportadores más duramente afectados- la automoción (-34%), las manufacturas de consumo (-31%), los bienes de consumo duradero (-22%) y los bienes de equipo (-18%)-, podemos entender el dramático impacto en la demanda internacional de nuestros productos y la reducción implícita de nuestra capacidad productiva y empleadora. Dichos sectores suponen más del 40% de nuestras exportaciones totales.
Afortunadamente, en contraste con estos sectores la exportación de alimentación, bebidas y tabaco, con una variación anual positiva del 13%, muestra claramente una de nuestras primeras competencias y oportunidades de impulso económico. Este debe ser uno de los sectores a apoyar fuertemente, ya que supone el 22% de nuestra exportación, requiere de amplia capacidad operativa y la temporada estacional está actualmente comprometida.
Agregadamente, el dato absoluto del mes nos retrotrae a los niveles de nuestra economía en 2012. Si tenemos en cuenta que sólo reflejan dos semanas de impacto por la crisis de COVID en el mes de marzo, anticipan el catastrófico balance que, toda seguridad, veremos en los datos de abril.
España mantenía, antes de esta crisis, una fuerza exportadora que alcanzó en febrero el récord de los últimos 5 años. Es bueno retener dichos niveles y marcárnoslos como objetivo de la batalla de recuperación económica. Una vez establecido este nivel objetivo a recuperar, tenemos que acompañarlo no sólo de medidas estimulantes, sino también aceleradoras que ayuden a recuperar el ritmo productivo y exportador de nuestra economía.
Las noticias en el ámbito de la investigación y producción de vacunas son alentadoras. No obstante, su horizonte temporal obliga a diseñar estrategias sociales y económicas para asegurar que el periodo pre-vacuna, como mínimo hasta el primer trimestre de 2021, permite una gradual y sostenida recuperación. Evitar la marcha atrás debe ser el único objetivo de toda la sociedad. Recordemos la letalidad en el drama humano y económico que supuso el segundo rebrote de la fiebre española en octubre de 1918.
Las nuevas medidas de prevención sanitaria anunciadas por el gobierno esta misma semana, obligando al uso de la mascarilla, son, sin duda, esenciales, no sólo para prevenir ese nuevo rebrote, sino tambien para recuperar la confianza y reducir el miedo al exterior creado durante el confinamiento. Con ello, podremos dar un primer paso a la recuperación de la capacidad productiva y también el relanzamiento de la demanda interna.
Trabajar sin descanso, primero en la recuperación de la confianza interna y externa sobre nuestras capacidades como país y segundo sobre nuestra “Marca España”, es crítico en este camino complejo y también apasionante que nos espera tras el impacto devastador del COVID-19.
Esta brutal pandemia nos tiene que permitir también rediseñar e implementar un más avanzado papel geoestratégico de nuestro país y economía en Europa. Tengamos en cuenta a la Unión Europea como un espacio para ampliar nuestra posición en el nuevo contexto. Con sistemas de producción masivos en Asia que han manifestado su mayor debilidad dada la extrema dependencia, una economía como la española puede poner en valor nuestra indudable capacidad de producción. Pensando en el largo plazo, los ámbitos de la innovación, el desarrollo y el diseño industrial tienen que recibir incentivos para desarrollar dichas competencias. En ello nos jugamos el ser o no ser para España en su papel en la Unión Europea, y suspender en esta asignatura pendiente lastrará el ritmo de recuperación y nuestra posición en el contexto internacional.