Noticia ampliada
“Hay quien dice que es difícil encontrar tecnología que cumpla a la vez los criterios de sostenibilidad y seguridad cuando trabajamos con datos sensibles. Sin embargo, la realidad, es que esta tecnología lleva más de dos décadas con nosotros”, afirma Lorna Hopkin, healthcare specialist, EMEA, Zebra Technologies.
El sistema sanitario y otros organismos de servicio público están cada vez más expuestos a los ciberataques. Existen programas espía que eluden por completo los métodos tradicionales de detección, ya que su codificación ha sido diseñada para no dejar rastro. De esta forma, acciones aparentemente inofensivas, como ver un vídeo o visitar un sitio web, pueden llegar a infectar los dispositivos (y cualquier sistema conectado).
Un hacker podría acceder al smartphone de cualquier persona y obtener información (en ocasiones trivial), pero el malware instalado un entorno hospitalario plantea riesgos e impactos significativamente mayores. Los datos podrían utilizarse para chantajear a los pacientes, los hospitales podrían enfrentarse a importantes multas y los dispositivos comprometidos deberían ser retirados de la circulación. Las implicaciones económicas serían enormes, lo que afectaría a los resultados y la eficiencia del centro sanitario.
Teniendo todo esto en cuenta podría parecer que estos ataques son inevitables. Pero por complicado que parezca, hay esperanza. Un gran aliado en la lucha contra los ciberataques puede ser el control de la sostenibilidad que se hace específicamente antes de tomar algunas decisiones tecnológicas.
Objetivos sostenibles
El objetivo global de «cero emisiones de carbono» se ha convertido en una referencia de buenas prácticas. Y un porcentaje importante de las emisiones en el sistema de salud lo generan los dispositivos, por lo que los centros sanitarios están ya trabajando en planes para reducirlas. Conseguir que una organización sea neutra en emisiones de carbono implica multitud de cambios. Y la realidad es que muchos pequeños cambios en las instalaciones y los sistemas pueden llegar a transformarlo todo.
Los centros sanitarios cuentan con numerosos terminales portátiles, wearables, tabletas, impresoras de etiquetas, escáneres de códigos de barras o lectores de identificación por radiofrecuencia (RFID). Estos dispositivos, como todos los aparatos, afectan al volumen de emisiones de carbono. Y pequeños cambios en la forma en que se utilizan o en su diseño pueden ayudar a estos centros a alcanzar sus objetivos de sostenibilidad.
Alinear seguridad y sostenibilidad
“El desajuste que a veces se percibe entre el ciclo de vida del software y el del hardware de muchos dispositivos móviles ha llevado a algunas empresas a pensar que tienen que elegir entre seguridad o sostenibilidad”, añade Hopkin. “Pero la realidad es que ahora mismo disponemos de dispositivos móviles diseñados para ser más longevos y seguros. Profesionales de primeros auxilios, técnicos de servicios públicos, trabajadores de fábricas, empleados de tiendas, repartidores o enfermeras ya los están utilizando”.
Estos dispositivos móviles clínicos, wearables, impresoras o tabletas resistentes ofrecen protección durante más tiempo que los típicos dos años de los que utilizan los consumidores. Su vida útil estándar es de entre cinco a siete años. Desde el punto de vista del impacto ambiental, esto reduce la huella ambiental, tanto de fabricación como de cantidad de componentes no reciclables que acaban en los vertederos.
Estos dispositivos ayudan además a los equipos de TI automatizar la aplicación mensual de parches de seguridad, permiten tener pantallas de inicio con bloqueo en modo quiosco y la posibilidad de mejorar su rendimiento en remoto. Todo ello contribuye a mantener los dispositivos operativos el mayor tiempo posible, reduciendo así la demanda en las líneas de producción, las operaciones de reciclaje y los vertederos de residuos.
“Las brechas de seguridad suelen ser tan sutiles que los usuarios normalmente no son conscientes de que están en peligro”, concluye Hopkin. “Son los cambios en la duración de la batería o la memoria los que pueden indicar una actividad inesperada. Se les denomina cambios sintomáticos y son cruciales para identificar los ataques y protegerse contra ellos. Es en esta capacidad para detectar cambios en el rendimiento donde la seguridad y la sostenibilidad se solapan”.
Las herramientas que extraen datos del dispositivo o las aplicaciones proporcionan visibilidad de toda la actividad inusual y tienen la capacidad de actuar ante cualquier comportamiento inesperado. Su sencilla interfaz y panel de control permiten supervisar el rendimiento y diseñar mecanismos que impidan la entrada de malware. Así, la seguridad de los pacientes y del hospital nunca se ve comprometida. Por ejemplo, existe un software de supervisión de dispositivos con capacidades de aprendizaje automático que es capaz de extraer más de 250 puntos de datos relacionados con el estado del dispositivo, las aplicaciones o la batería. Con ello, informa sobre su estado actual y puede predecir posibles problemas futuros.
Alinear sostenibilidad y seguridad es clave, tanto desde el punto de vista empresarial como medioambiental, de seguridad e incluso financiero. El dispositivo físico tiene que durar varios años. Las actualizaciones y parches de seguridad automáticos mantienen el software bloqueado y los datos protegidos durante todo ese tiempo. Los responsables sanitarios no tendrán que afrontar importantes multas por incurrir en infracciones, ni aumentar su inversión en marketing para reparar una reputación dañada por el ataque de un hacker a sus dispositivos o por tener que sustituir constantemente sus terminales con lo que esto supone en términos de sostenibilidad.